Cuando hacemos alusión
a ambos conceptos parece ser que obligatoriamente, consciente o
inconscientemente, tuviéramos que comparar, elegir: “¡No, no, lo de antes era
mejor!”, “lo de antes duraba más”, “antes si se sabían hacer las cosas”, etc. Es
más, todavía en mi cabeza resuenan las palabras de mi madre “prefiero la vida
antigua, la de antes, a esta vuestra, a esta tan moderna…”.
También he escuchado a
aquellos que han preferido la medicina tradicional, la cocina tradicional, el
arte tradicional, el toreo tradicional, el matrimonio tradicional, o,… clásico/a.
Y es que parece que
todo lo asociado a lo clásico, a lo tradicional sea bueno, lo mejor. Incluso
hasta lo malo, con un toque de antigüedad, se convierte en algo positivo, “más
sabe el diablo por viejo que por diablo”.
Pero entonces, ¿por qué
la medicina moderna, la cocina moderna, el arte moderno, o,… contemporáneo/a?
¿Por qué todo lo contemporáneo, lo moderno, es lo más? Lo más guay, lo más
chic, lo más cool.
Lo moderno, lo contemporáneo y lo joven puede
referirse a los primeros tiempos en la existencia de algo, y puede ser sinónimo
de energía,
vigor
y frescura. “Juventud divino tesoro”. “Renovarse
o morir”, es decir, volver a recuperar la fuerza o la energía, modernizarse o morir.
¡¡¡Siempre elección,
maldita o!!! ¡Siempre alternativas!
Moderno y tradicional,
energía y sabiduría, acción y reflexión, aprender y vivir, respetar y adaptar.
“UNIÓN”.
Es por ello, que cuando
hace unos años se empezaba hablar del comercio por Internet, de las ventas
online, parecía más una utopía que una realidad, un comercio más propio de los
países del norte, incluso de otros planetas. Parecía, y parece para algunos, algo
muy frío. En contraposición con el comercio tradicional, ese comercio cara a
cara, cálido, basado en relaciones y habilidades sociales, en donde existe la
posibilidad de utilizar todos y cada uno de nuestros sentidos.
A muchos de nosotros,
por no decir a todos, nos gusta ver el producto, tocarlo, olerlo, saborearlo y
escucharlo si es posible (todo producto se debe crear con la intención de que
nos diga susurrándonos al oído, ya sea con modernas o tradicionales técnicas de
Merchandising, “écheme en el carro”), en
definitiva, catar antes de comprar un producto. Sin embargo, el comportamiento
de las personas en las transacciones de compra está cambiando y adaptándose gracias
a las nuevas tecnologías e Internet, y el comercio electrónico
se está convirtiendo en algo totalmente normal en muchos segmentos de la sociedad,
ganándole terreno al comercio tradicional (las tiendas físicas de toda la
vida), al que está dejando en un simple y sencillo, ¡renuévate, se joven!
A muchos de nosotros,
por no decir a todos, nos gusta ahorrar, en tiempos, desplazamientos y, ¡cómo no!, en precios.
A mí me gusta por excelencia, la
venta tradicional, y por ahorro y comodidad, la venta online. ¿Y a ti?
2ª Parte
Sorpréndete: lo dijo Sócrates